jueves, 10 de septiembre de 2015

¡Utopía?

The first generation of ecomuseums moved between utopia and nostalgia (Hubert. F, 1997).


Según la Real Academia de la Lengua Española la utopía proviene del griego οὐ, no y τόπος, lugar: lugar que no existe. Hace referencia a un plan, proyecto, doctrina o sistema optimista que aparece como irrealizable en el momento de su formulación.

Por paradójico que parezca la utopía ha sido, y es, una de las máximas de la filosofía de los ecomuseos y de la Nueva Museología. La seña de identidad que hace que la Museología Social se mantenga viva. Pero ¿Cómo se entiende y cómo se defiende una utopía, un imposible?.

Todo proceso de acción comunitaria para la Nueva Museología se basa en un esquema circular con tres fases claramente diferenciadas: Interpretación, creación y retroalimentación (Rivard, 1987; Mayrand, 2009). La primera etapa es la fase de concienciación y movilización de la comunidad. En esta fase el museólogo es el que actúa como asesor, como instigador de la comunidad para que comiencen la planificación de acciones que lleven a un conocimiento de sí misma: inventario de recursos, situación socioeconómica, intereses, etc. (Varine-Bohan, 1991). La segunda fase, creación, es el momento en el que se consensuan los diferentes proyectos y comienza a ejecutarse el proceso comunitario. exposiciones, talleres de empleo, puesta en valor del patrimonio, recuperación territorial. Todo, marcado por unos objetivos que han sido previamente consensuados democráticamente por los diferentes agentes de la comunidad y por los individuos de la misma. Entre esta fase y la siguiente, retroalimentación, el (los) museólogo(s) cumplen la función de formadores de diferentes individuos de la comunidad para que puedan planificar, ejecutar y gestionar los diferentes proyectos, tanto en el momento como para el futuro. se trata de que la población sea autosuficiente y pueda autogestionarse.

La etapa de retroalimentación es en la que la comunidad debe valorar las acciones que se han llevado a cabo y plantear los restos del futuro, las siguientes necesidades del territorio y de la población. Es aquí donde se encuentra la necesidad de «utopía», la idea de que un proyecto no está acabado, la sociedad evoluciona y el proyecto debe evolucionar con ella, siendo la herramienta de transformación.

Landscape of York

El (excesivo) desarrollo museológico y museográfico que han tenido países como España a nivel local nos lleva a preguntarnos: «¿Continúan siendo utópicos los modelos museográficos que se inspiren en algunas de las ideas clave de la Nueva Museología?» (García Hermosilla, 2008: 78) ¿Será el momento de eliminar la utopía? ¿O será el momento e cambiar de sitio el camino de la utopía? Preguntas que rondan en estos momentos mis pensamientos y que se encaminan a descifrar y dilapidar (si es necesario) uno de los pilares en los que se sustenta la ecomuseología. La utopía con el tiempo parece que se ha vuelto una solución y, al mismo tiempo, un problema. Por una parte, es la solución para crear un proyecto de acción y desarrollo comunitario con la ecuación de la Nueva Museología: Territorio + Patrimonio (natural y cultural) + participación (comunidad). Por otro lado, y a la larga, este programa horizontal de desarrollo cultural, social y económico comunitario entra en recesión y en el momento de la retroalimentación el desánimo por una vuelta a comenzar algo que parece finalizado, como un museo tradicional, hace que la idea de utopía desaparezca.

Pero en realidad si un proyecto de desarrollo comunitario, desde la perspectiva de la Museología Social, quiere continuar su andadura debe dejar atrás títulos, nombres y rótulos (ecomuseo, museo comunitario, museo de barrio), y trabajar con la idea esta idea de utopía. En cierta forma los museólogos, los consultores y dinamizadores sociales se asemejan a una especie de Sísifo que debe subir, una y otra vez, la piedra ¾utopía¾ a lo alto de la colina. La cuestión está, entonces, en ¿Cómo hacer una utopía sostenible? ¿cómo hacer una utopía sustentable? Quizá la solución radique en subir la piedra cada vez por un sendero y de una forma diferente.


Óscar Navajas Corral

PhD. Museology.

lunes, 7 de septiembre de 2015

Un escondite de sensaciones en Madrid

"La Academia" is a personal secret place in Madrid.


No es un secreto que los últimos Austrias no fueron los «mejores» políticos y estrategas territoriales, pero lo que no podemos negarles es la herencia patrimonial que nos legaron, no conscientemente claro, y que jamás seremos capaces de agradecerles como se merece. Parte de ese legado lo podemos encontrar en la Real Academia deBellas Artes de San Fernando, una institución promovida por el primer Borbón de la dinastía Española, Felipe V, y formalmente constituida por su hijo Fernando VI en 1752.

La Real Academia, desde su primera ubicación en la Casa de la Panadería en la Plaza Mayo de Madrid, hasta la sede actual, en el edifico de Barroco diseñado por Villanueva de la Calle Alcalá (obra de Churriguera), ha sido un espacio para la protección de las Artes y la formación de aristas hasta bien entrado el sigo XX. A casi todo el mundo le saltan las «alarmas» y hace memoria de este lugar cuando les recuerdas que el gran Picasso fue aprendiz en sus instalaciones de joven.

La Academia inauguró su museo en 1986 y cuenta en la actualidad con más de 1.400 pinturas, 600 esculturas y 15.000 dibujos, y la magnífica colección de Artes Decorativas.

Aún recuerdo la primera vez que entré en sus salas. Yo estaba en el tercer curso de la Licenciatura de Humanidades. Decidí visitar el museo por consejo del que era nuestro profesor de Historia del Arte. Tengo que reconocer que mi desconocimiento del museo en aquel momento era completo. Teniendo el Museo del Prado quién podría imaginar semejante lugar a pocos metros de la Puerta del Sol.

El recibimiento no era de lo más agradable. Tras pasar la fachada con frontón un pequeño recinto iluminado con luz tenue que varía en función de la luz natural que entra por la inmensa puerta rectangular. Un vigilante a la derecha, que es quien controlaba el acceso, y a la izquierda la taquilla, que servía a la vez de tienda-librería, en un espacio de un metro cuadrado, poco más.

Folleto y entrada en la mano comenzaba el espectáculo. Dos escalinatas enfrentadas pugnaban por los visitantes, escasísimos en aquellos años, que acudían al museo. Una pugna más de orgullo que efectiva, puesto que las dos escaleras conducían al mismo sitio, una amplia estancia, flanqueada por enormes ventanales donde estaba la verdadera y única entrada al museo.



Estancias convertidas en salas de exposiciones, pasillos reformados en estancias para albergar esculturas, punturas y artes decorativas, y recovecos que se transforman en escondites donde descansan pequeñas delicias artísticas. Todo un laberinto en un palacio reformado para ser museo. La quietud, la calma, las paredes que juegan con las texturas de lisos contemporáneos y la decoración original neoclásica era suficiente para que aquel sitio se convirtiese en un lugar mágico. Me apetecía correr de un sitio a otro, gritar. Mi corazón latía como jamás lo había hecho. Las placas de los grabados de Goya, dos cartujos de Zurbarán, un virgen de Murillo, «La última cena» de Tintoretto, el sublime «Sueño del Caballero» de Pereda, los Viejos «acosando» a Susana de Rubens, el increíble y eterno «Bodegónde los limones» de Bayeu, o el calor del «Jardín de Sa Coma» de Rusiñol. Sala tras sala, paso tras paso, una sorpresa más, un orgasmo más. Y todo, en aquel «pequeño» museo de tres plantas.

Años más tarde he vuelto a repetir visita. Poco o nada ha cambiado. La entrada es la misma, la caja de zapatos que sirve de taquilla se mantiene incorruptible con el paso de los años; incluso los objetos promocionales apenas han variado. Las escaleras continúan esperándote. La sonrisa y la educación de los vigilantes continua manteniéndose de forma estricta e ¿inglesa?. Las salas han añadido algún color, algún cartel explicativo, alguna indicación, de hecho han creado una app, pero la quietud, la calma, los pocos visitantes, alguno más que en mis tiempos de estudiante, seguían allí, esperándote. Las sensaciones han sido las mismas, como si el tiempo no hubiera pasado.


La Academia es uno de los pocos museos que consigue que me relaje de forma completa, que desaparezca mi faceta de museólogo e interprete de patrimonio. Que no analice los textos explicativos, la orientación de los bienes expuestos, la distribución de las salas, los flujos, etc. Lo único que recorre mi mente y mi cuerpo es: hogar, relajación, desconexión, placer, éxtasis, emoción, congoja, melancolía, y todo aquello que se es capaz de sentir cuando encuentras un escondite personal en una gran ciudad.


Óscar Navajas Corral
PhD. Museología

lunes, 31 de agosto de 2015

Musas y Musarañas

The mission of museology and museums of the XXI century is the social function. 


Las musas habitan en los museos y las musaraña en lugares de escaso atractivo. Pero las cosas han cambiado. Parece que las musas conviven con las musarañas –si es que hubo algún día que no lo hicieran–, y como las musas, las musarañas ahora se dejan ver, con nuevos modelos y nuevas estéticas.

Parece que hemos dejado atrás el nefasto reconocimiento social que tenían las instituciones como lugares que causan un respeto rígido y temeroso y, peros, aburridos. Desde hace una década, al menos, hablar de museo en singular es tan sumamente pretenciosos como intentar estereotipar bajo unas mismas señas a todos los individuos de una nación como España. Existen características comunes, sí, otras tantas que nos diferencia y, por supuesto, nos enriquecen. Con los museos ocurre algo similar. Su variedad es tal que s complicado encasillarlos, jerarquizarlos y, en algunos casos, hasta denominarlos.

Los museos son instituciones permanentes, no lucrativas, al servicio de la sociedad y su desarrollo, abiertas al público, que adquieren, conservan, investigan, comunican y exhiben, con propósitos de estudio, educación y deleite, la evidencia tangible e intangible de los pueblos y su entorno (ICOM). En esta definición entra desde museos como el Louvre de París, o el Reina Sofía de Madrid hasta Les Botigues-Museu de Sàlas de Pallars. Todos ellos, independientemente de su contenido y/o tamaño (presupuesto, personal, etc.) han evolucionado de la concepción de espacios pasivos para la contemplación, a lugares para la interactuación con el público. Con mejores o peores medios, con mayor o menor acierto y con mayores o peores dotes para la creatividad, todos se esfuerzan por un acercamiento a la sociedad.

Y es precisamente en ese punto donde la museología, y los museos, del siglo XXI están enfocando sus líneas de actuación. Si el museo, a lo largo de evolución histórica, ha pasado de la conservación del objeto, su exposición y difusión; desde el último tercio del siglo XX el acento se ha puesto en el sujeto y, con ello, en la función social del mismo. La forma de entender esta función es lo que ahora podemos decir que comienza a distinguir a unas instituciones de otras, por supuesto salvando las distancias con las diferencias entre los «medios» que puedan poseer entre ellas.

Castle Museum (Norwich, UK)

Las experiencias y acciones que se están llevando a cabo desde cada museo son difíciles de cuantificar y, al mismo tiempo, realmente interesantes y dignas de alabanza. Haría falta un estudio, no solo en España, sobre este tipo de acciones y su impacto en la sociedad, o cómo están cambiando la visión con y hacía el museo. Lo que de momento parece que sí que diferencia a unas instituciones de otras en este sentido es el sentido en el que se programan, planifican y ejecutan las diferentes actividades y acciones. Por un lado, una tendencia de dentro afuera de la institución, donde es el museo, sus profesionales, quienes programan y el público ejecuta. En esta tendencia, por supuesto, hay niveles; desde los que únicamente se enfocan en satisfacer la demanda de un turista que está de paso y la de aquellos que buscan la complicidad e involucración tanto del turista como del ciudadano local.

Por otro lado, la tendencia que surge en el sentido inverso, desde fuera hacia adentro. Esta tendencia es la que han estado desarrollando desde la segunda mitad del siglo XX profesionales asociados a una museología social o Nueva Museología. La implicación de la población y del público no es la de un «consumidor», sino la de «productor».

Como he mencionado más arriba, la línea divisoria entre ambas es muy delgada y la forma de medir hasta dónde se está realizando potenciando un tipo de acción, o el sentido estricto de conceptos como los de «participación» o «interacción», por mencionar alguno, es aún más endeble. Pero, repito, eso será para quien se anime a constatar e investigar esta tendencia de nuestra museología contemporánea.

Lo cierto es que las musarañas están humanizando a las musas.


Óscar Navajas Corral

PhD. Museología.

miércoles, 26 de agosto de 2015

El Valle del Jarama apuesta por un ecomuseo.

"Integrating all resources likely to generate initiatives in the city (...) and to value the cultural and natural heritage and to incorporate it into the tourist offer of Arganda del Rey" (Revista Este de Madrid).


A finales del mes julio llegó hasta mis manos una noticia sobre un nuevo ecomuseo que está en proceso de creación. Esta vez, en la Comunidad de Madrid, concretamente en Arganda del Rey, muy cerca de uno de los lugares emblemáticos en los que he participado (y participo) activamente en la recuperación del patrimonio, Rivas Vaciamadrid.

El consistorio de Arganda lleva años trabajando en la idea del Ecomuseo del Valle del Jarama. Toda la información que hasta el momento he recopilado proviene fundamentalmente de los artículos publicados en la revista Estede Madrid y del intercambio de correos electrónicos con alguno de los responsables del proyecto.

El ecomuseo es un proyecto bajo la supervisión del Ayuntamiento de Arganda del Rey y cofinanciado por el programa de fondos europeos FEDER. El objetivo es que abarque de forma integral la «rehabilitación, mejora y promoción del patrimonio natural y cultural del municipio» (Este de Madrid); e «Integrar todos los recursos susceptibles de generar iniciativas en la ciudad, sumando recursos propios, y poner en valor el patrimonio cultural y natural y poder incorporarlo en la oferta turística de Arganda del Rey» (Este de Madrid).

La idea de partida es realizar un proceso de recuperar y difusión del patrimonio del territorio del municipio más allá de la idea tradicional de museo, fusionando museología y ecología. La cronología para llevar a cabo este proyecto comprendía dos fases: la primera para el periodo 2007 – 2013, y la segunda desde el 2014 al 2020. Los trabajos sobre el patrimonio natural ya están muy avanzados, no debemos olvidar que en esta parte del territorio de la Comunidad de Madrid se ubica el Parque Natural del Sureste y la actividad de protección sobre los diferentes ecosistemas, sobre todo en las diferentes lagunas, tiene décadas de dedicación. En la actualidad se está interviniendo en tres espacios significativos:

·      Entorno de la casa del Rey, un edifico del siglo XVI situada en la Plaza de la Amistad entre los Pueblos. Las actuaciones serán la mejora y acondicionamiento urbanístico. Se creará una zona ajardinada delante de la fachada posterior. Se colocarán ocho columnas de piedra con sus basas y capiteles de los siglos XVI y XVII. Mejorar el alumbrado, una fuente seca, baldosas de distinto color y pictogramas alusivos a elementos destacados del patrimonio cultural.

·      La bodega subterránea de la casa del Rey. La cueva-bodega es una estancia abovedada del siglo XVI. Se pretende recuperar su estado original.

·     Fortificaciones de la Guerra Civil del Cerro del Melero. Los trabajos de recuperación comenzaron en mayo de 2015. Es la segunda línea defensiva republicana. Aparte de trincheras y otros elementos excavados en el terreno, posee fortificaciones construidas en hormigón. Para la recuperación se han incorporado trabajadores del Plan de Empleo del Municipio. «El objetivo es convertir la zona en un museo abierto que recupere el aspecto original de las fortificaciones, incluyendo alambradas y sacos terreros, e incorporando paneles informativos, y otros elementos que permitan recrear las durísimas condiciones de vida de las trincheras» (Este de Madrid, 2015: 90).

Visita a las trincheras. Fuente: Ayuntamiento de Arganda del Rey

Los planteamientos de este proyecto sobre el papel tiene muchas posibilidades para convertirse en un proceso atractivo para el uso de metodologías de la Nueva Museología. Posee una visión integral del territorio. Ya se han hecho trabajos de localización e inventariodel patrimonio del término municipal, un inventario realizado a primera vista desde un punto de vista abierto y dinámico sin discriminar posible recursos. Existe un equipo multidisciplinar de profesionales que trabaja de forma integrada y desde diferentes puntos disciplinares para unos objetivos comunes.

No obstante, aun quedan algunos aspectos por conocer  ya que uno de sus objetivos es «convertir el rico patrimonio histórico y medioambiental del Valle del Jarama en un atractivo referente y en un elemento dinamizador de la cultura y el turismo de Arganda del Rey» (Este de Madrid, 2015: 87). El baile entre potenciar el desarrollo comunitario o la activación turística no queda clara. Al igual que se desconoce el grado de participación de la propia comunidad en los diferentes procesos de planificación y ejecución. El conocimiento de los postulados de la Nueva Museología que se poseen. O, por poner otro ejemplo, el contacto que se tiene con otras experiencias, no solo ya ecomuseológicas en la región o a nivel nacional e internacional, sino también de experiencias de recuperación del patrimonio, como es el caso del de la Guerra Civil Española. En algunos municipios se han desarrollado acciones de puesta en valor de este patrimonio y por parte de algunos de sus responsables se desconocía la iniciativa argandeña.

Hasta este momento no podemos dilucidar si acabará convirtiéndose en un proyecto de museología (tradicional) sobre el territorio o, si por el contrario, se ajusta a los parámetros ecomuseológicos. Espero que en breve pueda conseguir información más pertinente sobre esta iniciativa que es gratamente bienvenida.


Óscar Navajas Corral
Phd. Museología.


Referencias


ESTE DE MADRID (2015): «Eco Museo Valle del Jarama II. Abierto por obras. Recuperando el Patrimonio de Arganda. En Este de Madrid, julio 2015, nº 266, año XXIV: 87-90.