lunes, 31 de agosto de 2015

Musas y Musarañas

The mission of museology and museums of the XXI century is the social function. 


Las musas habitan en los museos y las musaraña en lugares de escaso atractivo. Pero las cosas han cambiado. Parece que las musas conviven con las musarañas –si es que hubo algún día que no lo hicieran–, y como las musas, las musarañas ahora se dejan ver, con nuevos modelos y nuevas estéticas.

Parece que hemos dejado atrás el nefasto reconocimiento social que tenían las instituciones como lugares que causan un respeto rígido y temeroso y, peros, aburridos. Desde hace una década, al menos, hablar de museo en singular es tan sumamente pretenciosos como intentar estereotipar bajo unas mismas señas a todos los individuos de una nación como España. Existen características comunes, sí, otras tantas que nos diferencia y, por supuesto, nos enriquecen. Con los museos ocurre algo similar. Su variedad es tal que s complicado encasillarlos, jerarquizarlos y, en algunos casos, hasta denominarlos.

Los museos son instituciones permanentes, no lucrativas, al servicio de la sociedad y su desarrollo, abiertas al público, que adquieren, conservan, investigan, comunican y exhiben, con propósitos de estudio, educación y deleite, la evidencia tangible e intangible de los pueblos y su entorno (ICOM). En esta definición entra desde museos como el Louvre de París, o el Reina Sofía de Madrid hasta Les Botigues-Museu de Sàlas de Pallars. Todos ellos, independientemente de su contenido y/o tamaño (presupuesto, personal, etc.) han evolucionado de la concepción de espacios pasivos para la contemplación, a lugares para la interactuación con el público. Con mejores o peores medios, con mayor o menor acierto y con mayores o peores dotes para la creatividad, todos se esfuerzan por un acercamiento a la sociedad.

Y es precisamente en ese punto donde la museología, y los museos, del siglo XXI están enfocando sus líneas de actuación. Si el museo, a lo largo de evolución histórica, ha pasado de la conservación del objeto, su exposición y difusión; desde el último tercio del siglo XX el acento se ha puesto en el sujeto y, con ello, en la función social del mismo. La forma de entender esta función es lo que ahora podemos decir que comienza a distinguir a unas instituciones de otras, por supuesto salvando las distancias con las diferencias entre los «medios» que puedan poseer entre ellas.

Castle Museum (Norwich, UK)

Las experiencias y acciones que se están llevando a cabo desde cada museo son difíciles de cuantificar y, al mismo tiempo, realmente interesantes y dignas de alabanza. Haría falta un estudio, no solo en España, sobre este tipo de acciones y su impacto en la sociedad, o cómo están cambiando la visión con y hacía el museo. Lo que de momento parece que sí que diferencia a unas instituciones de otras en este sentido es el sentido en el que se programan, planifican y ejecutan las diferentes actividades y acciones. Por un lado, una tendencia de dentro afuera de la institución, donde es el museo, sus profesionales, quienes programan y el público ejecuta. En esta tendencia, por supuesto, hay niveles; desde los que únicamente se enfocan en satisfacer la demanda de un turista que está de paso y la de aquellos que buscan la complicidad e involucración tanto del turista como del ciudadano local.

Por otro lado, la tendencia que surge en el sentido inverso, desde fuera hacia adentro. Esta tendencia es la que han estado desarrollando desde la segunda mitad del siglo XX profesionales asociados a una museología social o Nueva Museología. La implicación de la población y del público no es la de un «consumidor», sino la de «productor».

Como he mencionado más arriba, la línea divisoria entre ambas es muy delgada y la forma de medir hasta dónde se está realizando potenciando un tipo de acción, o el sentido estricto de conceptos como los de «participación» o «interacción», por mencionar alguno, es aún más endeble. Pero, repito, eso será para quien se anime a constatar e investigar esta tendencia de nuestra museología contemporánea.

Lo cierto es que las musarañas están humanizando a las musas.


Óscar Navajas Corral

PhD. Museología.

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