lunes, 24 de agosto de 2015

El valor intangible del patrimonio

The heritage begins in its intangible value.

El Patrimonio es lo más tangiblemente subjetivo que poseemos en nuestra memoria histórica y, en consecuencia, en nuestra identidad ¾individual y colectiva¾. La subjetividad de reconocer en un objeto algo interesante para un todo (social y colectivo) es la maravillosa esencia que porta el ser humano para permanecer en el tiempo.

En esta breve relatoría de pensamientos se perfilan la ideas de la importancia no ya solo de conservar, recuperar e investigar el patrimonio inmaterial, sino también; sino de dejar constancia de la importancia del valor intangible que desprende todo recurso patrimonial material.

I. CONSTRUYENDO LO EFÍMERO

El concepto de Patrimonio ha evolucionado significativamente durante el siglo XX pero, ha evolucionado fundamentalmente a partir de los años sesenta y setenta del mismo siglo. Si concretamos más podemos apuntar a Seminario Regional de la UNESCO sobre la Función Educativa de los Museos celebrada en Río de Janeiro en 1957 y a la Mesa Redonda celebrada Santiago de Chile de 1972. Ésta última además coincidía con la Convención sobre la protección del patrimonio mundial cultural y natural en París, 1972. El concepto de patrimonio adquiría un sentido de utilidad social, como herramienta de identificación de las comunidades y como elemento imprescindible para el desarrollo de las mismas.

En esencia, podemos resumir que hemos saltado de un concepto de Patrimonio centralizado en el monumento como marca pretérita de nuestro pasado, a un concepto holístico donde la importancia no se encuentra tanto en el valor histórico y/o estético de dicho bien sino en su valor documental y evocador.

Según la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial perteneciente a la UNESCO el Patrimonio Cultural Inmaterial es el crisol de nuestra diversidad cultural y su conservación, una garantía de creatividad permanente[1]. Para esta mismo Convención este patrimonio inmaterial se manifiesta en los siguientes ámbitos.

·      Tradiciones y expresiones orales
·      Artes del espectáculo
·      Usos sociales, rituales y actos festivos
·      Conocimientos y usos relacionados con la naturaleza y el universo
·      Técnicas artesanales tradicionales

Esto usos, estas artes, estas tradiciones orales necesitan de una conservación, una recuperación (e investigación) y de una gestión. Las preguntas claves que debemos hacernos para este patrimonio están en cómo descubrir cuál es el patrimonio inmaterial relevante y con “derecho” a ser conservado.  Consideramos que esta decisión, asimilando que la inmaterialidad del patrimonio es dada por la visión que de él tiene quienes compartieron a o largo de la historia el paso del tiempo, tiene y debe partir de un consenso democrático en el que tengan cabida las voces y los votos de los individuos partícipes de esas tradiciones, los poderes gubernamentales y los movimientos colectivos y asociativos. Ellos, sus diálogos, son los que pueden sacar el mayor rendimiento a un patrimonio intangible.

¿Y para qué sirve este esfuerzo parlamentario? Como afirma el filósofo Bernard Deloche el hombre sin identidad, alienado o amnésico, es una suerte de “viajero sin equipaje”, transparente y desarraigado. No debemos olvidar que nuestra identidad como colectivo lo forma nuestra historia. Y nuestra historia la forma forman los documentos. El patrimonio es uno de los documentos tangibles más valiosos que poseemos: permanece en el tiempo para las generaciones futuras. El valor documental, emocional y pragmático de ese patrimonio material lo pone la inmaterialidad del mismo. El poder evocador que de él desprende. De aquí que siempre cualquier artefacto del pasado es merecedor de atención.

El patrimonio inmaterial, efímero en su acepción pragmática es y será siempre el alma del patrimonio material. Esto no lleva a la idea de tener que preocuparnos por estudiar esa intangibilidad e inmaterialidad casi antes de preocuparnos por la recuperación de un bien cultural


II. ¿PATRIMONIO MATERIAL O VALORES INTANGIBLES?

Al entender la cultura como lo subjetivo, como aquello que envuelve, identifica y transciende las realizaciones humanas, individuales o colectivas, nos permite deducir la intima relación entre el objeto y el sujeto que lo realiza, entre patrimonio y cultura, entre lo material y lo inmaterial, lo tangible y lo intangible. De todo ello puede deducirse que el fruto de una cultura, de un pueblo, es lo que llamamos patrimonio cultural, que es el testimonio fehaciente de una manera de hacer y de comportarse, individual o colectivamente y la seña de identidad propia de la sociedad en la que se realiza[2].

Como hemos podido comprobar la UNESCO nos habla del patrimonio inmaterial como un patrimonio que vive, que carece de tangibilidad como para ser guardado  como se haría con un bien mueble. La Real Academia de la Lengua Española define lo “intangible” como algo que no debe o no puede tocarse, y lo “inmaterial” como o no material. No existe una distinción sustancial entre utilizar intangible e inmaterial. En cambio en el ambiente anglosajón se utiliza el término “intangible” y en el francófono “immatériel”.

Esto supone una asimilización del paralelismo que existe entre intangible e inmaterial. También supone que no está tratado desde el nivel institucional supraestatal la diferencia y la necesidad de diferenciar, si es que así existe, entre lo inmaterial y lo intangible o valor intangible, en ambos casos, del Patrimonio.

Por otro lado el valor inmaterial del patrimonio parece ser que si que está institucionalizado y definido en los términos que lo hacia la UNESCO. En cambio y como he querido ir pincelado en líneas anteriores existe una intangibilidad o valor intangible del patrimonio que se debe tener muy en cuenta en la recuperación y estudio de la patrimonio cultural y no tratar únicamente como una característica del ese patrimonio tangible.

El valor intangible es aquel que posee una carga humana subjetiva traducida en sentimientos, emociones, sensaciones, sensibilidades, ideologías o evocaciones y que supone, en esencia, la razón de ser del patrimonio material.

Me gustaría poner como ejemplo el Patrimonio de la Guerra Civil Española. En la actualidad se está comenzando a trabajar para recuperar e investigar el patrimonio material que nos legó la contienda bélica que separo España en dos bandos. Hablamos de una memoria histórica reciente y por tanto, con una carga simbólica muy presente en la sociedad actual, puesto que aún existen ciudadanos que vivieron la propia guerra en primera persona y sus consecuencias muy de cerca.

En zonas territoriales extensas del territorio español se dieron cita numeroso acontecimientos bélicos que modificaron la visión física y simbólica del mismo. Uno de esos acontecimientos ocurrió en las inmediaciones del río Jarama en Madrid se produjo una de las batallas más emblemáticas y cruentas de la guerra. Allí quedó instalado el un frente entre los dos bandos desde marzo de 1937 hasta el final de la guerra en 1939. Estas posiciones han dejado un rico patrimonio a lo largo de todo un territorio que abarca varias localidades de la región de Madrid.

Un patrimonio que en esencia, no deja de ser ¾fríamente hablando¾ arena escavada y removida para la construcción de trincheras, fortines, letrinas, chabolas, etc., u hormigón y metales para los mismos fines. Pero es, no obstante, un patrimonio que supone la constancia viva de una memoria histórica que está aún latente en la sociedad y que debe ser rescatado y recuperado para su asimilación a la identidad cultural y social de toda la población. Y es la propia sociedad, los vivientes y supervivientes de ese patrimonio y la intranquilidad de quienes vieron en él un documento histórico merecedor de atención, quienes les aportan ese valor intangible, simbólico y subjetivo, a un patrimonio inmaterial como se hace igualmente a una catedral o una ruta histórica.

Así podemos argüir que el valor intangible del patrimonio otorga un poder simbólico al patrimonio material reconocido por sus habitantes y pertenecientes a él. Supone, igualmente que le dota de un halo evocador capaz de generar sentimientos a nivel individual y colectivo. Desde este punto de vista subjetivo, podemos considerar como valor intangible del patrimonio aquel que responde a los factores no racionales de la naturaleza humana: sentimientos, emociones, sensaciones, sensibilidades, evocaciones... así como, a su inteligencia. Es un valor subyacente entre las formas constructivas y espaciales y constituye la esencia y el carácter del elemento patrimonial: su alma[3].

Ese poder evocador favorece el interés por dicho artefacto cultural mostrándolo a los especialistas como un documento de merecida atención para su estudio. Un documento que genera y potencia, tras su conocimiento y correcta interpretación, la identificación por parte de la sociedad, inculcándose en sus modos de vida, arte,  costumbres y en las propias relaciones entre los que con él conviven como con los foráneos.



III. CONCLUSIONES

Con demasiada frecuencia. en las visiones conservadoras o nostálgicas del patrimonio intangible se considera a éste como un elemento estático y meramente histórico. Su principal preocupación radica en la determinación de la «autenticidad". A diferencia de la cultura monumental. el patrimonio intangible suele ser dinámico y evoluciona de manera constante debido a su estrecha relación con las prácticas propias de la vida de las comunidades.
Si se trata de que este tipo de patrimonio siga constituyendo una parte viva de las comunidades. debe desempeñar en ellas un papel social. político. económico y cultural significativo (Airakawa Noriko).

La UNESCO entiende que este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana[4].

En 2004 en la Convención para la protección del Patrimonio Mundial, Cultural y Natural, celebrada en Nadar (Japón), en su punto octavo, se consideraba el patrimonio inmaterial de la siguiente forma:

Considérant en outre que le patrimoine culturel immatériel est recréé en permanence, le terme authenticité tel qu’il est appliqué au patrimoine culturel matériel n’est pas approprié quand il s’agit d’identifier et de sauvegarder le patrimoine culturel immatériel[5]

Y en el punto diez esta misma declaración dice:

considérant en outre qu’il existe d’innombrables exemples de patrimoine culturel immatériel dont l’existence ou l’expression ne dépend pas de lieux ou d’objets spécifiques, et que les valeurs associées aux monuments et sites ne sont pas considérées comme un patrimoine culturel immatériel au sens de la Convention de 2003 quand ceux-ci appartiennent au passé, et non au patrimoine vivant des communautés actuelles[6].

Estas afirmaciones supone que un patrimonio inmaterial para ser considerado como tal debe estar en vigencia, activo y vivo, presente por la comunidad que lo habita. El valor simbólico es lo que en términos culturales podríamos denominar el patrimonio inmaterial que subyace de todo artefacto, o bien, material creado por la mano del hombre.

Así, el valor intangible del patrimonio porta consigo razones que hacen necesario su conservación: entres ellas desataca la capacidad de interrelación personal con el entorno y la cohesión social que desprende. Permite conocer la razón de ser (su esencia) de cualquier recurso patrimonial. Por medio del reconocimiento del valor intangible de un recuso del patrimonio material es posible trasmitir valores, actitudes. Y, fundamental, mueve o remueve la conciencia humana para apreciar, comunicar y redescubrir continuamente el sentido holístico del patrimonio cultural y natural.


Óscar Navajas Corral
Phd. MUseología

Artículo aparecido en el nº 17 del Boletín Gestión Cultural, 2008. ISSN: 1697-073X



REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA

AIKAWA, N. Patrimonio Cultural Intangible: nuevos planteamientos respecto a su salvaguardia.
http://www.crim.unam.mx/cultura/informe/informe%20mund2/PATRIMONIO.htm. Noriko Aikawa es director del Departamento de Patrimonio Intangible de la UNESCO.

BALLART, Joseph (2002). El patrimonio histórico y Arqueológico: valor y uso. Editorial Ariel Patrimonio, Barcelona

CASSIRER, E. (1971) Filosofía de las formas simbólicas (3. Vols). México: Fondo de cultura económica.

DECAROLIS, N (2002) El valor del Patrimonio. Entre lo tangible y lo intangible. Presidente de ICOFOM-LAM. La Plata, 8 de noviembre de 2002.
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, Francisca (2002). El patrimonio cultural: la memoria recuperada. Ediciones Trea, Gijón.

LLULL PEÑALBA, J. (2005) Evolución del concepto y de la significación social del patrimonio cultural. Escuela Universitaria "Cardenal Cisneros". Universidad de Alcalá. Arte, Individuo y Sociedad. 2005, vol. 17 175-204

UNESCO. Convention concernant a la protection du patrimoine mondial, culturel et naturel. Comite du Patrimoine Mondial. Septième session extraordinaire. Paris, Siège de l’UNESCO, salle II. P 5. 6 – 11 décembre 2004. Nara, Japon, Conférence internationale « La sauvegarde du patrimoine culturel matériel et immatériel: vers une approche intégrée », 20-23 octobre 2004.

UNESCO. Convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial. París, 17 de octubre de 2003

VAQUER CABALLERIA, M. (2005) La protección del Patrimonio Cultural Inmaterial. Museos.es: Revista de la Subdirección General de Museos Estatales, ISSN 1698-1065, Nº 1.

VARINE, Hugues de (1987): L’Initiative Communautaire. Recherche et expérimentation. Collection museologia. M.N.E.S.



[1] La Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), en la Convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial celebrada en París en 2003, definía el Patrimonio inmaterial con las siguientes palabras: Se entiende por patrimonio cultural inmaterial los usos, representaciones, expresiones, conocimientos y técnicas -junto con los instrumentos, objetos, artefactos y espacios culturales que les son inherentes- que las comunidades, los grupos y en algunos casos los individuos reconozcan como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio cultural inmaterial, que se transmite de generación en generación, es recreado constantemente por las comunidades y grupos en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia, infundiéndoles un sentimiento de identidad y continuidad y contribuyendo así a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana. A los efectos de la presente Convención, se tendrá en cuenta únicamente el patrimonio cultural inmaterial que sea compatible con los instrumentos internacionales de derechos humanos existentes y con los imperativos de respeto mutuo entre comunidades, grupos e individuos y de desarrollo sostenible.
[2] MANUEL, Pere de. (vicepresidente de ICOMOS-España) Los valores intangibles del Patrimonio, el Patrimonio Intangible.  (SILBOARTE 2006, Seminario sobre Itinerarios Artísticos del Patrimonio Cultural en la Macaronesia)

[3] DECAROLIS, Nelly (2002). El valor del patrimonio: entre lo tangible y lo intangible. Presidente ICOFOM LAM - Vicepresidente ICOFOM

[4] UNESCO. Convención para la salvaguarda del Patrimonio Cultural Inmaterial. París, 17 de octubre de 2003
[5] UNESCO. Convention concernant a la protection du patrimoine mondial, culturel et naturel. Comite du Patrimoine Mondial. Septième session extraordinaire. Paris, Siège de l’UNESCO, salle II. P 5. 6 – 11 décembre 2004. Nara, Japon, Conférence internationale « La sauvegarde du patrimoine culturel matériel et immatériel: vers une approche intégrée », 20-23 octobre 2004.
[6] UNESCO. Convention concernant a la protection du patrimoine mondial, culturel et naturel. Comite du Patrimoine Mondial. Septième session extraordinaire. Paris, Siège de l’UNESCO, salle II. P 5. 6 – 11 décembre 2004. Nara, Japon, Conférence internationale « La sauvegarde du patrimoine culturel matériel et immatériel: vers une approche intégrée », 20-23 octobre 2004.

martes, 18 de agosto de 2015

Sección: Ecomuseos en España - Spain Ecomuseums (IV)

Momentos estelares (España)

Para trazar una línea sobre la que basar un pensamiento hacia una Nueva Museología o Museología Social en España debemos intentar buscar aquellos momentos «estelares», o momentos preocupados, por potenciar la función social de los museos y alejarse de la idea de museo tradicional que nos ha llegado hasta hoy día.

¿Dónde empezar? Monografías como las de María Bolaños sobre la historia de los museos de España o Francisca Hernández sobre la historia de nuestro patrimonio, por citar solo dos personalidades de referencia, reflejan en la cronología de la historia de nuestros museos y del patrimonio en general algunas peculiaridades interesantes.

Una primera puerta que comenzó a desarmar los museos –y no solo en España– fue, por supuesto, el establecimiento de las colonias de ultramar. Al «buen gusto» que se estaba asentando durante el coleccionismo medieval, al valor estético como criterio de selección y a la creación del studiolo renacentistas, ese lugar privado de una determinada clase tan importante para el coleccionismo y el autodidactismo, comenzaron a llegar numerosos objetos que avivaron el ansia de conocimiento y, por qué no, la curiosidad (Bolaños, 2008: 46-47).

Es aquí cuando comienzan a destacar eruditos, personajes ilustres, artistas, eclesiásticos, etc., que inician un coleccionismo privado más interesado en la recuperación de bienes patrimoniales como memoria del pasado que como solo obras de arte. Per Afán de Ribera, el Duque de Villahermosa, Vicencio Juan de Lastanosa, Juan de Córdoba Centurión, o Juan Porcel, que hizo construir hacia 1585 un Arco Gigante en Antequera para instalar veintidós inscripciones romanas (Morán, 1986: 34).

El salto cualitativo en la Museología española  no empezaría darse hasta finales del siglo XVIII. El academicismo y el racionalismo Ilustrado aportaron un abanico de campos del conocimientos que comenzaron a tener sus respectivos reflejos en los diferentes tipos de museos. la arqueología la botánica, la ciencias naturales y, posteriormente, la antropología se asentaban no solo en las academias sino también en los museos. Carlos III proyecto el Madrid Ilustrado con una avenida de las ciencias, Francisco de Bruna se preocupaba por las ruinas de Itálica, Mariano Olivera, en 1790 proponía en la Explana de Barcelona levantar pedestales para salvaguardar el patrimonio.

Está claro que todas esas experiencias no suponen un museología desde abajo, comunitaria, pero en cierta medida si son ejemplos de un preocupación más amplia de cuáles deben ser las «inquietudes» de los museos y su razón de ser en la sociedades que se estaban fraguando.

El Museo de la Revolución –francesa– abrió una nueva puerta a la museología, la del museo público y educativo. España tuvo su primera tentativa con José Bonaparte y, la definitiva, con la creación del Museo del Prado. Pero más allá de lo que supuso esta creación, fueron los periodos liberales los que generaron el embrión de nuestra Museología Social. En 1835 comienza uno de los procesos desamortizadores más importantes que hemos tenido. En 1844 se crean las Comisiones de Monumentos Históricos y Artísticos. En 1867 el Cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Anticuarios, que acogía a los profesionales encargados oficialmente de gestionar y custodiar las colecciones y los museos. todo ello acabaría desembocando en la creación de los museos locales en 1913, una tradición que se había consolidado en nuestro territorio tras una constante dedicación de aquellos primeros antropólogos y etnógrafos, que comenzaron a estar más preocupado por lo endógeno que por lo exógeno. Como apuntara Xosé Carlos Sierra (1994), los museos artísticos o los arqueológicos eran en esencia históricos, pero el museo etnográfico se ocuparía de culturas contemporáneas, vivas y de sus elementos representativos. A la tradición coleccionista de obras de arte y objetos arqueológicos se sumaba la selección de objetos del terruño, de la historia viva.

No debemos olvidar que en el último cuarto del siglo XIX es cuando se comenzó a forjar nuestra tradición hacia el folclore y las primeras corrientes antropológicas. Antonio Machado y Álvarez, padre del poeta, y Federico Castro fundaron en 1871 la Sociedad Antropológica de Sevilla y, en 1881, la Sociedad del Folclore Español. En un breve lapso de tiempo nacieron la Sociedad del Folclore Andaluz (1882), la del Folclore Asturiano (1882), la del Folclore Castellano (1883), la del Folclore Gallego (1883), la del Folclore Riojano (1884) y la del Folclore Vasco-Navarro (1884); sin contar con movimientos como el de rexurximento, fuerismo o la renaixença. De estas tendencias quedan numerosas iniciativas museológicas que se preocuparon por rescatar la Memoria autóctona, como el Museo de Ripoll, y otras más «novedosas» como el Museo del Pueblo Español de Montjuich: un museo al aire libre levantado con ocasión de la Exposición Internacional de 1929. La iniciativa de Barcelona no fue la única, Julio Caro Baroja –director del Museo del Pueblo Español de Madrid en esos momentos– presentaría en los años cuarenta otro Proyecto para la Instalación al aire libre del Museo del Pueblo Español.

Otro momento de nuestra museología seguramente se encuentre en el desarrollo de los museos pedagógicos, influenciados por el krausismo y la figura de Bartolomé Cossio. Quizás, el exponente máximo, tras la inauguración del Museo Pedagógico Nacional (1882), esté en las Misiones Pedagógicas del periodo de la Segunda República como una forma global de acercar la cultura al pueblo e intentar fomentar un diálogo de aprendizaje bidireccional.

La Guerra Civil Española supuso un corte con las corrientes internacionales en todos los sentidos, no solo en el museológico y patrimonial. Mientras que en el resto de países, occidentales fundamentalmente y salvo algunas excepciones, la postguerra de la Segunda Guerra Mundial supuso un cambio de mentalidad, en el nuestro, en cambio, mantuvimos en un letargo «intelectual» y la vida de los museos quedó francamente ralentizada.



Con el fallecimiento del General Francisco Franco se abrió una nueva era para España. La transición hacia la democracia trajo consigo la descentralización administrativa y el Estado de las Autonomías. Los gobiernos regionales y locales comenzaron a tener mayores competencias en materia cultural y patrimonial, lo que nos llevó a un sentimiento de autarquía y revalorización autóctona que desemboco en numerosas políticas de museología territorial, local y, por supuesto, comunitaria. Y en este maremágnum una monografía que marcó el tempo de la teoría museológica, El Museo. Teoría, praxis y utopía (1979), de Aurora León, un estudio monográfico del museo y de la museología de marcada influencia marxista y muy cercano a las inquietudes museológicas a nivel internacional.

La Museología Social en España se está forjando en los museos locales de nuestro territorio principalmente y en aquellos museos «tradicionales» que han visto en los planteamientos de la Nueva Museología y una forma de afrontar este periodo de crisis y las necesidades de la sociedad. Pero ese, es otro capítulo.


Óscar Navajas Corral
Phd. Museología.


Fuentes:

BOLAÑOS, M. (2008): Historia de los Museos en España, Gijón: Trea.
HERNÁNDEZ HERNÁNDEZ, F. (2006a): Planteamientos teóricos de la museología, Gijón: Trea.

LEÓN, A. (2010): El Museo. Teoría, praxis y utopía, Madrid: Alianza.

domingo, 16 de agosto de 2015

INTERNATIONAL MEETING ON ECOMUSEUMS AND COMMUNITARIAN MUSEUMS - V EIEMC

Llega un nuevo EIMEC.

El último EIMEC se celebró en Belem, en el estado de Parà (Brasil), en 2012, justo en la sede de una de las experiencias comunitarias más emblemáticas del panorama de la Museología Social, el Ecomuseo de Amazonia. En aquella ocasión la temática se destinó a: «Los Museos en un mundo en movimiento - nuevos desafíos, nuevas inspiraciones». Este encuentro seguía la secuencia de las tres reuniones anteriores que tuvieron lugar en Río de Janeiro en 1992, 2000 y 2004.



En esta ocasión la sede será Cuba, y el tema central versará sobre las condiciones de vida en desde una perspectiva no consumista. Desde aquí queremos mostrar todo nuestro apoyo a esta iniciativa que continúa manteniendo el espíritu de la Nueva Museología en activo.

Óscar Navajas Corral

Phd. Museología.

Más información: http://www.eiemc2015.com/#!tema-central/c1xml

jueves, 13 de agosto de 2015

Sección: Ecomuseos en España - Spain Ecomuseums (III)

Momentos estelares.


Cada uno de estos momentos estelares marca un rumbo durante décadas y siglos. Stefan Zweig


We have to investigate what have been the key moments in the history of social museology in Spain. It is hard work that we leave for the next week.


Stefan Zweig, entre sus numeroso escritos, nos dejó Momentos estelares de la Humanidad. Un libro que refleja pequeños acontecimientos, pequeñas decisiones que pudieron modificar, alterar si se prefiere, el rumbo de la historia de la humanidad. Zewig nos hace pensar en cuestiones como qué hubiese pasado si Julio Cesar no hubiese sido asesinado, si Napoleón no hubiese perdido la batalla de Waterloo, o si el viaje en tren de Lenin retornando a Rusia en 1917 no se hubiese producido. Nos hace pensar que la evolución (histórica) del ser humano está marcada, como en un guión cinematográfico, por pequeños impulsos que relanzan nuevamente la intriga, sacándola de la monotonía lineal.

En la Museología del siglo XX, también podemos marcar momentos estelares. Tras numeras experiencias con los museos al aire libre y las propuestas de redefinición del Patrimonio que llevó Georges Henri Rivière hacia 1937, en instituciones museales como el Museo del Hombre de París, un momento estelar se podría ajustar a la constitución del Consejo Internacional de Museos (ICOM) en 1946. Una institución que intentaba aglutinar las políticas internacionales museológicas tras los desastres de la II Guerra Mundial.

Justo en 1971, Hugues de Varine protagonizó uno de los verdaderos momentos estelares de la Museología. En una conversación con el Ministro francés Robert Poujalde en la que conversaban sobre las nuevas instituciones que asociaban en sí mismas un Territorio, un Patrimonio y una Comunidad, Hugues, inventó el término ecomuseo. Un momento inesperado de lucidez mental de un mortal que ha marcado, hasta hoy día, más de cuarenta años de práctica museológica, debates internacionales sobre el uso ético y social del museo, tesis doctorales sobre un concepto que ni siquiera las Academias de la Lengua de numerosos países reflejan en su acervo lingüístico.

El momento estelar que trazó una línea entre lo que era una Museología tradicional y una nueva forma de entender la Museología será 1972. En ese año empezaba a desarrollarse la experiencia ecomuseológica de Creusot-Montceau-Les-Mines, donde una  comunidad aglutinada democráticamente tomaba las riendas de las decisiones para su futuro desarrollo social, cultural y económico. Y en ese mismo año se realizaba la Mesa Redonda de Santiago de Chile, organizada por la UNESCO, con el título el papel de los museos en América Latina, cuya trascendencia fue el nacimiento de una nueva forma de entender la Museología  el papel de los museos en la sociedad.

Photo by Hugues de Varine-Bohan

Tras estos momentos han acaecido otros, como la constitución del Movimientos Internacional para una Nueva Museología (MINOM), en 1985; la creación de la Sociomuseología y del compromiso con la función social de los museos como el que lleva haciendo desde hace año la Universidad Lusófona de Lisboa, etc. ¿Cuál será el siguiente momento estelar de la Museología Social? En términos generales, la Museología (tradicional o no) también tuvo su momento estelar con la creación del Guggenheim de Bilbao, en cierta medida, y salvando las distancias, una relectura contemporánea y de mercado de algunos parámetros de la Nueva Museología. Pero nos queda aún camino por descubrir y algún momentos estelar debe estar apunto de llegar.

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La semana pasada comenzamos a apuntar algunos Momentos estelares de la Nueva Museología española con las experiencias comunitarias de Allariz, Molinos y Esterri d’Àneu, pero nos queda descifrar cuáles han sido los momentos claves que han supuesto un antes y un después en nuestra Museología Social. Tarea ardua que dejaremos para la semana que viene.


Óscar Navajas Corral

Phd. Museología