lunes, 6 de julio de 2015

La mirada del especialista


El museo es, ante todo, el lugar para descubrir, rescatar y reflexionar. Siempre acciones. El museo y su contenido son hablando sintácticamente nombres pero el público es verbo, es acción. Es el lugar para buscar respuestas y para aportar soluciones. Es, o debería ser, un espacio en movimiento, de movimiento social, cultural y de intelectualismo popular y académico. En definitiva, un territorio para el movimiento cultural, entendiendo lo cultural, lo culto, por colere de su raíz latina de cultivar, no en el sentido ilustrado de parcela social para una clase que posee el acceso a la educación y a una Cultura elitista.

¿Dónde vamos a encontrar lugares tan asépticos y, al mismo tiempo, tan simbolizados como los museos? ¿Dónde vamos a encontrar espacios tan maleables con una metamorfosis innata en sus mensajes y en sus virtualizaciones expositivas? Quizá las ciudades en su conjunto global puedan ser las que ofrezcan una realidad pareja a la del museo. Pero el museo para el turista, para el visitante o para el habitante es un lugar de lugares. Es algo más. Es la vitrina para descubrir un espectáculo y es un lugar para verse reflejado y comprender tanto lo que fuimos como lo que es posible que seamos. El pasado no existe como tal y sólo puede ser establecido por medio de procesos de pensamiento del presente y métodos de la ciencia histórica. Por lo tanto, una “reconstrucción” es básicamente imposible. Se trata siempre de aproximaciones a un posible pasado, nunca demostrable, es decir, como apreciaría Hans-Martin Hinz, una escenificación presente de conjuntos de circunstancias del pasado.

Como afirmaría Teresa María Scheiner el pasado se proyecta en el presen- te bajo la forma de representaciones mentales sensoriales, contribuyendo a formar “escenarios” donde el individuo se coloca como observador y/o personaje. El museo, como entidad social es el encargado de confirmar y reafirmar esas representaciones mentales.



El presente trabajo del Lic. Fernández Balboa tiende la mano a la reflexión del Museo como un lugar para la intervención social. En las páginas de Casas de cosas. Museos, Monumentos y sitios históricos de Argentina encontraremos el análisis de la institución museal como lugar de conservación e investigación de un patrimonio importante para una comunidad, pero también la invitación al lector para que participe y contribuya de ese análisis.

Entre las aportaciones que el lector podrá tomar de las páginas de esta obra, podemos destacar las continuas cuestiones que se plantean sobre qué es la institución museal y cuál es su destino para el presente y el fu- turo de las sociedades. Balboa deja siempre los capítulos abiertos, como una puerta entreabierta para que sea el propio lector el que participe con sus reflexiones sobre algo que fue el saber de todos, el Museion, hasta algo que es de todos, el Museo.


Óscar Navajas Corral


Reseña para: Casas de cosas. Museos, monumentos y sitios históricos de la Argentina, de Carlos Fernández balboa.

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