miércoles, 10 de agosto de 2016

Museos en Huelga

En las últimas semanas no han dejado de llegar noticias sobre trabajadores de museos en huelga: los conserjes del Museo del Ejército de Toledo en huelgalos educadores del Museo Guggenheim de Bilbao en Huelga, etc.; cuando no han llegado al despido como en el Museo del Carnaval de Badajoz. En los dos primeros casos concretos parece que las huelgas vienen por la gestión de las empresas adjudicatarias o subcontratadas paras los servicios.
No es usual ver en los medios de comunicación, al menos no de forma tan repetida, este tipo de informaciones. El colectivo de profesionales, de cualquier escala, que trabaja en los museos no suele salir en «los papeles», lo que no quiere decir que su situación sea una de las más cómodas. De hecho, cuando se investiga un poco se puede ver que los profesionales de los museos han estado en una situación precaria desde casi los inicios de la institución, en su sentido contemporáneo. Con leer únicamente algunos textos de Ceferino Araujo Sánchez (1875) o Juan Antonio Gaya Nuño (1955 y 1968), o más contemporáneamente con el panorama que se expuso en las Jornadas de Museología del Comité Español del Consejo Internacional de Museos en 2015, ya se puede perfilar cómo han sido tratados estos profesionales en España a lo largo de la historia y hasta la actualidad.
Por supuesto, ni vivimos en el siglo XIX, ni en nuestra enclaustradas décadas de los 60 y 70, ni tampoco, supuestamente, los años de la recesión económica y de la crisis financiera que comenzó en el año 2007. «Ya apuntan brotes verdes» en el mundo de la museología. Durante dos años consecutivos se han convocado plazas, numerosas plazas, para conservadores de museos, la economía comienza a repuntar y el turismo sigue creciendo. Todo ello plantea un panorama positivo para las Industrias Culturales (nombre poco agraciado) y para los profesionales de la cultura. No obstante, los problemas de los museos, de sus profesionales, no se encuentran en la evolución de la situación económica, que también, sino en atender oras variables: formación, especialización, competencias, interdisciplinariedad, dotación de recursos, etc.
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La realidad es que vivimos en una sociedad de consumo que ha propiciado crear servicios diversificados para los museos, la cultura en general, pero que ha convivido, y convive, con otra realidad en la que hay recursos económicos paupérrimos, falta e recursos humanos, infraestructuras con evidentes necesidades de mejora, profesionales con carencias formativas y, en el fondo, museos que cumplen la función casi en exclusiva de almacenes en el que acumular colecciones.

Óscar Navajas Corral
PhD. History and Museology

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