Dos exposiciones con temáticas aparentemente diferentes, y de dos genios de la pintura y el ingenio creativo que distan tres siglos de vida y producción. Pero el arte y los artistas, en realidad, son eslabones que se van entrelazando a lo largo de los años con cada creación y con cada pensamiento, tanto de aquellos que materializan como de los que no. Construyen una evolución conjunta de enigmático –y antropológico– inicio, y de indeseado final. Cada artista se convierten, así, en herencia de épocas pretéritas y en visionario para futuros creadores.
Zurbarán y Dalí cumplen este perfil a la perfección. Ambos no fueron solo creadores y artistas, si no que ha sido demiurgos. Como lo podría definir el comisario de una de estas exposiciones, D. Benito Navarrete Prieto, esas clase de personas que son capaces de emocionar. Y la voz “emocionar”, está cargada de sentimientos, pasiones, pensamientos, reflexiones, devociones…, una pléyade de mundos irreales y, al mismo tiempo, terrenales que permiten al ser humano –por muy abstracto y subjetivo que parezca–, avanzar, continuar persiguiendo el sueño de comprender y mejorar su razón de ser, de dejar a Sísifo descansar.
Espero que el trabajo que han hecho profesionales e investigadores incansables como Benito, de desvelarnos, traducirnos y acercarnos un poco más a la luz de las sombras de la Caverna, tengan su recompensa en los corazones y las mentes del público que día a día rinden un homenaje silencioso a ambos, artista e investigador.

Por
Óscar Navajas Corral
Profesor. Nebrija Universidad
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