¿Y si el azar dictase que la institución se disuelva, arrastrando en su caída al ICOM, a favor de una acción cultural de carácter muy distinto, que marque una cesura entre la conservación de las obras juzgadas representativas por la humanidad -¿por qué no a través de referendos?– o de unas comunidades concretas y la función cultural propiamente dicha (subversiva, incitadora), es decir unos espacios convertidos en puntos de convergencia alrededor de temas relativos a la memoria intercultural en construcción, como encontramos en el museo ágora, centro neurálgico del surgimiento de las ciudadanías? (Mayrand, 2012: 10).
El museo, como alguien, permanece latente, adormecido y, al mismo tiempo, expectante del diálogo crítico entre aquellos que lo manejan como un algo para la macro-gestión de las industrias culturales, enfundadas en trajes de macro exposiciones y de medios de información-interpretación que ocultan la versión contemporánea de un elitismo burgués ilustrado; y aquellos que lo muestran como l’enfant terrible del pensamiento libre y autárquico.
Por
Óscar Navajas Corral
Profesor. Nebrija Universidad
MAYRAND, P (2012). “La museología, boca abajo: Mirada a la museología actual. Panfleto de un altermuseólogo”.
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